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miércoles, 6 de marzo de 2013

De tiendas...

Hola chic@s! ya he contado alguna vez que trabajo en una gran zona comercial de Sevilla. Eso puede ser una ventaja o un inconveniente (monetario, sobre todo), pero la verdad es que ya ha llegado un punto en que me conozco la mayoría de las tiendas como la palma de la mano. Tanto que podría hacer un estudio antropológico y social. 
Yo clasifico las tiendas según el tipo de personas que te atienden. Por ejemplo, están aquellas tiendas de dependiente malaje. Sí, aquellas tiendas en las que el dependiente parece que te está perdonando la vida o haciendo un favor al atenderte. Te mira con una soberbia y  una superioridad que te entran ganas de decirle al tí@: "oye, que tu comes gracias a mí".. Suelen ser tiendas pequeñas y especializadas que no tienes más remedio que visitar si quieres un producto en concreto por mucho coraje que te dé.


También están las tiendas que yo creo que no quieren vender.. sí, sí como lo oís. Hace unos años fui a comprarme un vestido para una boda. Entré en una tienda de trajes de fiesta y la dependienta, un poco plasta, la verdad, insistía una y otra vez en que me probara un traje drapeado en color rosa chicle.. yo, de natural blanco-pescadilla, ya sabía que ese color no me iba, pero me dió tanto el coñazo la lata, que accedí. El vestido me sentaba fatal de los fatales, pero va ella y me dice: "Si te queda perfecto: eso te pones un sujetador con relleno y unas medias reductoras que te disimulen la barriga y te queda ideal".. yo creo que mi  cara se lo dijo todo, aunque me entraron ganas  de decirle "espérese usted un momento que voy a la tienda de al lado a comprarme un cuerpo nuevo y ahora vengo a por el vestido".

 Luego están los vendedores compulsivos, que son aquellos que quieren venderte cualquier cosa, lo que sea con tal de que compres. En el barrio donde vivía de pequeña había una tienda que llamábamos la tienda de las tías pesadas. Era una especie de droguería-perfumería-mercería-todoa100, regentada por dos hermanas temibles. Ibas a por una cosa y te recitaban todas las ofertas que tenían ese día, hasta que por no escucharlas acababas trayéndote lo que fuera, suplicando que por favor se callasen de una vez. Que ibas a por lejía, te decían : tengo las medias en oferta, y el rimel a dos por uno, y no te hace faltan compresas ultrafinas, o una rasqueta para quitar las manchas de pintura, y unas bragas de terciopelo?... vamos que llegaba yo a mi casa con todo menos con la lejía..  Sin embargo volvíamos a ir la semana siguiente a comprar porque la verdad es que tenía de todo..

Además existen una serie de dependientes que yo llamo "para servirle a usted". Son aquellos dependientes a los que les han dado la consigna de agradar al cliente y aunque se ve a la legua que llevan 8 horas de pie con un dolor de juanetes insoportables, ponen una sonrisa más falsa que Judas e intentan camelarte para que le compres algo.. tanto es así que te entran ganas de decirle al pobre hombre/mujer: "mira no te esfuerces, que yo sólo he entrado a mirar". Sin embargo, a veces se mezclan el vendedor malaje con el que intenta agradar y se forma una mezcla de ser lamioso-casposo-intentoagradarperonomesale que te entran ganas de salir corriendo de allí.
 Por último, y aunque se pueden hacer múltiples clasificaciones, están los dependientes depredadores.. sí. son aquellos que van a la caza y captura del comprador pardillo para sacarle hasta los higadillos si pueden. Vamos que te ven entrar y ves el símbolo del dólar en sus ojos como en los dibujos animados. Aún así entras sabiendo que vas al matadero y que la Visa va a salir temblando.



Por otra parte, he de reconocer que al igual que hay dependientes y dependientes, hay clientes y clientes y que el trato con el público no es nada fácil. Yo misma creo que, en ocasiones, no debo ser una clienta ejemplar.
El otro día me pasó una cosa curiosa. Iba dando un vuelta express por una calle de mi cuidad, cuando descubrí que había puesto una tienda de Larrana. Hace unos meses me dices Larrana y pienso que es una tienda de animales o tipo Coronel Tapioca, la verdad. Pero ya sé que es uno de los referentes de la moda infantil en nuestro país y aunque está en un nivel de aceptable-pelínexagerado en mi escala personal de pomposidad, no pude menos que sentir curiosidad. He de decir que los escaparatistas habían hecho una labor magnifíca porque la tienda llamaba la atención, y los vestidos del escaparate eran cuanto menos llamativos.  Me quedé mirando uno de los vestidos: la tela era exquisita y la espalda preciosa.. (podéis verlo  aquí) Yo sabía que no lo iba a comprar; primero porque dentro de mi estilo de vida lo veo poco o nada ponible, y  segundo, porque intuía al menos un par de ceros en la etiqueta. Con todo, llevada por mi nueva curiosidad costuril, me dispuse a entrar.. en ese momento los ojos de la dependienta se posaron en los míos:  señora entre 35 y 40, melena perfecta-planchada-mechas rubias, look hipercuidado sport-chic, sonrisa profident, un encanto...,vamos de envidia podrida por mi parte, y yo con unas pintas de regular para arriba...la chica me miraba  invitándome a entrar ,yo miraba mis pintas reflejadas en el cristal, y pensaba  "si sólo voy a mirar". Me entró miedo, lo reconozco...jeje. Veía a la chica tan preparada y tan dispuesta... Así que disimuladamente me dí la vuelta antes de cruzar la puerta.
Y es que hay veces en las que una busca esa atención especilizadas y directa  que te dan  las tiendas de confianza y otras en las que no estás para muchas monsergas y solo quieres bichear un poco, no?
Un beso y feliz miércoles

PD: Léase esta entrada desde el humor y el  más absoluto respeto hacia los profesionales del comercio.
Gracias

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