Desde el mismo día en que das luz y estás allí en la maternidad, dolorida y feliz , contemplado extasiada a tu bebé, te das cuenta de que esa criturita, que hacía unas horas aún estaba dentro de tí, viene sin manual de instrucciones. A partir de ahí se suceden una serie de consejos y advertencias, mejor o peor intencionadas, del tipo este niño tiene frío/calor, hambre/sed, sueño, caca, etc... que te hacen planterarte desde ya si eres o no una buena madre (o padre). Y tú en ese momento de caos hormonal y emocional en el que vives ,tratas de capear el temporal lo mejor que sabes y puedes, planteándote muchas veces si estás haciendo las cosas bien o mal.
Una vez pasada esa primera etapa de bebé, cuando los niños son más mayorcitos, te das cuenta de que , aunque los temas básicos (baño,comidas,sueños..) los tienes más o menos dominados, te sigues planteando lo mismo: ¿lo estaré haciendo bien? Y yo creo que esa pregunta te persiguirá ya de por vida.
Cuando hablas con otros padres, poco son los que te plantean abiertamente sus miedos y sus dudas, que están desbordados o hasta el moño de los niños, que se pasan todo el día riñiendo o gritándo a sus hijos.. y tienes que escuchar tonterías del tipo: "pues mi Manolito va a una guardería bilingüe, a clases de psicomotricidad y de yoga-tibetano, come estupendamente y se va a la cama a las 8 de tarde sin rechistar".. y ves tú al pobre Manolito ,que no levanta un palmo del suelo y que apenas si sabe hablar castellano,repetir, cual mono de repetición: wan,tu,fri,for, fai, a la vez que salta y pone la postura del loto...
Y tú con cara de tonta, vas y dices : "!Pues qué bien, hija¡".. pensando por dentro "pues mi hija va a la guarde del barrio que es la que nos coge mejor,aprende inglés con Dora Exploradora y hay que llamar a los GEOS para que se vaya a la cama antes de las once".. Y es ahí donde vuelve la preguntita a tu cabeza : "¿lo estaré haciendo bien?".
Esta mañana llovía a mares. Mi marido y yo llevamos a las niñas a casa de mi suegra que está a cinco minutos andando, cada una en un carro, porque nos da pena despertarlas tan temprano. La mayor casi ni cabe ya y se le salen los pies y la cabeza, pero ella van tan agusto y tan dormidita que nos da pena despertarla. Pues imaginaos el caos que se forma con lluvia: dos carros con sus respectivos plásticos, mantas para el frío, chubasqueros, botas de agua, paraguas,bolsa con la comida (hoy toca comer en el curro).. Un follón. Al bajar al portal me doy cuenta de que me he olvidado arriba el chaquetón de Irene. "Da igual- le digo a mi marido- tu madre tiene uno de repuesto en su casa". Al llegar a casa de mi suegra, (y que conste que la quiero mucho y que no sé que haría sin ella), lo primero que suelta es: "¿habéis traido el impermeable de la niña?"... nosotros, como si el profe nos hubiera pillado con la chuleta en la mano, decimos "se nos ha olvidado". Mi suegra prudente donde las haya , torció el gesto, y no dijo nada.
Cuando nos íbamos, mi marido me dijo que se sentía mal padre. "¿Por haber olvidado el impermeable?, yo no creo que ese sea el rasero para medir si eres o no un buen padre".
A raiz de esa conversación se me ocurrió escribir esta entrada hoy. Y después de mucho reflexionar he llegado a la conclusión de que , aunque tú nunca vas a estar conforme contigo mismo, buen padre no es el que lleva a sus hijos a 28 actividades extraescolares, al parque de bolas todos los domingos o a esquiar a Baqueira-Beret por Navidad. Buen padre es que el actúa con sentido común, está siempre al lado de sus hijos para guiarlos, cuidarlos, cogerles de la mano cuando caen e incluso cuando saben dar una torta a tiempo.. Buen padre es el que da cariño y respeto, pero también educación y valores... aunque cuando llegue a los 98 años y sus hijos a 70, casi sin dientes y con incontinencia, seguramente se seguirá planteando "¿lo habré hecho bien?"
Ahí os dejo eso para reflexionar..
Irene esta mañana, dormida en su carro, al llegar a casa de la abuela